“Aunque cometiste un error, tú no eres un error” nos recuerda una verdad esencial: nuestros actos no definen nuestra identidad.
Reflexionemos un momento:
Muchas veces confundimos lo que hicimos con lo que somos. Si fallamos, pensamos que somos un fracaso; si pecamos, creemos que somos el pecado mismo. Pero no es así. Los errores son parte del camino, oportunidades de aprendizaje y redirección, no una sentencia de condena sobre quién eres.
En la Biblia vemos esto una y otra vez:
Pedro negó a Jesús tres veces, pero no fue definido como “traidor”; fue restaurado como apóstol y líder de la Iglesia (Juan 21:15-19).
David pecó gravemente, pero Dios aún lo llamó “un hombre conforme a Su corazón” (Hechos 13:22).
Pablo persiguió a la Iglesia, pero fue transformado en el más grande misionero del evangelio (1 Timoteo 1:13-16).
Tu error es un capítulo, no el libro entero.
Tu caída no cancela tu propósito.
Tu identidad no se mide por lo que hiciste, sino por lo que Dios dice que eres.
Romanos 8:1 lo resume: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús…”
Así que levántate!. Aprende de lo que pasó, pide perdón si es necesario, suelta la culpa y sigue avanzando. Porque aunque cometiste un error… tú no eres un error.